Durante el invierno aumentan las enfermedades respiratorias y los niveles de energía suelen disminuir. Pero hay estrategias sencillas, respaldadas por la ciencia, que ayudan a fortalecer el cuerpo y proteger la inmunidad.
El sistema inmunológico es una compleja red de defensas que nos protege de virus, bacterias y otros patógenos. En los meses fríos, este sistema puede debilitarse por factores como la menor exposición solar, el descenso de vitamina D, el estrés, el sedentarismo y los cambios en la alimentación.
Por eso, mantener una rutina saludable durante el invierno es clave no solo para prevenir enfermedades respiratorias, sino también para preservar la energía, la vitalidad y el bienestar general.
Puntos clave del artículo
- ¿Por qué el invierno debilita el sistema inmune?
- ¿Cómo fortalecer la inmunidad en los meses fríos?
- ¿Qué papel juega el estrés en las defensas?
- ¿Sirve tomar suplementos?
- El poder inmunomodulador del microbioma nasal
- Inmunidad mitocondrial: el nuevo foco de la ciencia de la longevidad
- ¿Sabías que el frío controlado puede fortalecer tu sistema inmune?
- Ritmo circadiano invernal: adaptar la rutina a la luz

¿Por qué el invierno debilita el sistema inmune?
El frío no enferma por sí solo, pero genera condiciones que pueden favorecer la aparición de enfermedades. En invierno solemos pasar más tiempo en ambientes cerrados y con poca ventilación, lo que facilita la transmisión de virus. A su vez, la menor exposición al sol reduce los niveles de vitamina D, una hormona clave para el correcto funcionamiento inmunológico.
Diversos estudios científicos han demostrado que niveles bajos de vitamina D están relacionados con un mayor riesgo de infecciones respiratorias y procesos inflamatorios crónicos. Además, el frío puede aumentar el estrés físico y mental, lo que impacta negativamente en la respuesta inmunológica del organismo, debilitando sus defensas naturales.
¿Cómo fortalecer la inmunidad en los meses fríos?
No existen fórmulas mágicas, pero sí prácticas respaldadas por evidencia científica que ayudan a mantener el sistema inmune fuerte:
1. Aumentar la ingesta de vitamina D
Durante el invierno, muchas personas presentan deficiencia de vitamina D. Esta vitamina es esencial para activar las células inmunitarias. Se puede obtener a través de la exposición solar (aunque limitada en esta estación), la alimentación (hígado, pescados grasos, yema de huevo) y suplementos, siempre bajo supervisión médica.
“La vitamina D actúa como modulador del sistema inmunológico. Una baja concentración se asocia con infecciones recurrentes y mayor inflamación”, explicó la doctora Paula Suárez, especialista en inmunonutrición.
2. Dormir entre 7 y 8 horas por noche
El descanso adecuado es fundamental para la reparación celular y la producción de citocinas, proteínas que regulan la respuesta inmune. Estudios han demostrado que las personas que duermen mal tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias, especialmente en invierno.
3. Realizar actividad física moderada
El ejercicio físico moderado y regular, como una caminata diaria de 30 minutos, mejora la circulación de las células inmunitarias y puede reducir el riesgo de infecciones respiratorias. Según un estudio publicado en The Journal of Immunology, la actividad física regular está asociada con una disminución en la incidencia de infecciones del tracto respiratorio superior. Además, el ejercicio ayuda a reducir el estrés, un factor que debilita la función inmunológica.
4. Cuidar la alimentación
Frutas cítricas, vegetales de hoja verde, jengibre, ajo y cúrcuma son aliados del sistema inmune. Estos alimentos aportan antioxidantes, vitaminas A, C, E, zinc y selenio, todos nutrientes esenciales para mantener las defensas en buen estado.
¿Qué papel juega el estrés en las defensas?
El estrés sostenido aumenta los niveles de cortisol, una hormona que en exceso suprime la actividad del sistema inmune. Por eso, incorporar técnicas de manejo del estrés – como la meditación, la respiración profunda, la escritura reflexiva o simplemente pausas activas durante el día – puede mejorar significativamente la capacidad del cuerpo para defenderse.
Un informe de American Psychological Association sostiene que las personas que reducen el estrés crónico experimentan menos episodios de enfermedades infecciosas y un menor grado de inflamación sistémica.
¿Sirve tomar suplementos?
En personas con carencias específicas o dietas restrictivas, algunos suplementos pueden ser útiles. Los más recomendados durante el invierno son:
- Vitamina D3: Ayuda a regular la respuesta inmunitaria, disminuye la inflamación y mejora la capacidad del cuerpo para combatir infecciones respiratorias, especialmente cuando la exposición solar es limitada.
- Vitamina C liposomal: Potente antioxidante que ayuda a proteger las células inmunes del daño oxidativo, estimula la producción de glóbulos blancos y puede reducir la duración y severidad de resfriados.
- Zinc: Fundamental para la función normal de las células inmunitarias, ayuda a reducir la replicación viral y acorta el tiempo de recuperación de infecciones respiratorias.
- Probióticos: Mejoran la salud del microbioma intestinal, que juega un papel crucial en la modulación del sistema inmunológico y ayuda a prevenir infecciones respiratorias recurrentes.
- Omega-3: Posee propiedades antiinflamatorias que ayudan a reducir la inflamación crónica y a mantener el equilibrio inmunológico durante los meses fríos.
Descargo de responsabilidad: Antes de consumir cualquier suplemento mencionado en este artículo, consulta a un médico o profesional de la salud para asegurarte de que sea seguro y adecuado para tu condición médica y necesidades individuales.
El poder inmunomodulador del microbioma nasal
Cuando se habla del microbioma, solemos pensar en el intestino. Sin embargo, investigaciones recientes han comenzado a estudiar el microbioma de las vías respiratorias superiores, especialmente el nasal, como un regulador clave de la inmunidad invernal. Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que ciertos microorganismos presentes en la nariz – como Corynebacterium y Dolosigranulu – actúan como barrera natural contra virus respiratorios.
“La diversidad microbiana en la mucosa nasal puede ser determinante en quién se enferma y quién no, especialmente frente a virus como la influenza o el SARS-CoV-2”, señala la Dra. María Domínguez-Bello, experta en microbioma humano.
La buena noticia es que este ecosistema puede fortalecerse naturalmente con hábitos como evitar el uso excesivo de sprays nasales con descongestionantes, consumir alimentos fermentados (como kéfir, chucrut o kombucha) y mantener una buena ventilación en casa para evitar ambientes demasiado secos o estériles.
Inmunidad mitocondrial: el nuevo foco de la ciencia de la longevidad
En los últimos años, científicos del envejecimiento han comenzado a estudiar un concepto emergente: la inmunidad mitocondrial, es decir, cómo el estado de nuestras mitocondrias – las “centrales energéticas” de las célula – influye directamente en la eficacia del sistema inmunológico. Investigaciones indican que mitocondrias saludables producen más energía celular (ATP) y menos radicales libres, lo que mejora la respuesta inmune frente a infecciones.
Una estrategia para optimizar la función mitocondrial en invierno es practicar ayuno intermitente controlado, consumir alimentos ricos en polifenoles (arándanos, té verde, cacao puro) y realizar ejercicios de baja intensidad en ayunas, como caminatas suaves por la mañana. Estos hábitos activan la biogénesis mitocondrial, es decir, la creación de nuevas mitocondrias, fortaleciendo el cuerpo desde su núcleo energético.
“Las mitocondrias no solo determinan cuánta energía tenemos, sino cómo respondemos a virus y bacterias. Son aliadas ocultas del sistema inmune”, afirma el Dr. Eric Verdin, presidente del Buck Institute.
¿Sabías que el frío controlado puede fortalecer tu sistema inmune?
El cold exposure, o exposición voluntaria al frío (como duchas frías o baños de hielo), es una tendencia creciente en el mundo del biohacking. Duchas frías o inmersión breve en agua entre 10 y 14 °C activan el sistema nervioso simpático y aumenta significativamente los niveles de norepinefrina y adrenalina, hormonas que regulan la función inmunológica. Estudios han demostrado que estas catecolaminas movilizan células inmunes (como monocitos y células NK) en sangre y pueden retrasar la producción de citocinas proinflamatorias como IL‑6 y TNF‑α, lo cual sugiere un efecto antiinflamatorio agudo tras la exposición al frío.
“El frío puntual y controlado, cuando se practica con regularidad y seguridad, mejora la resiliencia celular y activa mecanismos de defensa que evolucionamos para sobrevivir en ambientes hostiles”, afirma el Dr. Andrew Huberman, neurocientífico de Stanford.
Incorporar duchas frías de 30 segundos al final de la ducha diaria o caminar brevemente con abrigo reducido en ambientes fríos son formas simples de beneficiarse de esta técnica. Eso sí, debe practicarse con supervisión médica si hay afecciones cardiovasculares preexistentes.
Ritmo circadiano invernal: adaptar la rutina a la luz
Una estrategia innovadora para el invierno es sincronizar el estilo de vida con los ritmos circadianos estacionales, es decir, con los cambios en la luz solar. La menor exposición a la luz natural afecta la secreción de melatonina y cortisol, lo que puede impactar el sueño, el estado de ánimo y la función inmunológica. Para contrarrestar esto, se recomienda usar lámparas de luz azul o luz de espectro completo por la mañana, especialmente al despertar.
Una investigación mostró que las personas que utilizan estos dispositivos durante los meses de invierno reportan una mayor vitalidad, mejor calidad del sueño y menor incidencia de infecciones respiratorias.
Además, evitar pantallas brillantes después de las 20 h y salir al aire libre a media mañana, incluso en días nublados, ayuda a recalibrar los relojes internos y favorecer una inmunidad más estable.
Conclusión
El invierno no tiene por qué ser sinónimo de debilidad o enfermedad. Al contrario: puede convertirse en una temporada de renovación, de fortalecimiento interno y de conexión más profunda con tu salud. Con pequeños ajustes en tu rutina diaria – respaldados por la ciencia y alineados con los ritmos naturales del cuerpo – es posible atravesar el frío con más energía, equilibrio y bienestar.
Las estrategias que hoy parecen simples, como cuidar el sueño, moverse a diario, regular la exposición a la luz o nutrir el microbioma, tienen un impacto profundo en tu sistema inmunológico y en tu longevidad futura. Al adoptar estos hábitos con intención, no solo prevenís enfermedades: también cultivás una salud más fuerte, más inteligente y más resiliente.
¡El invierno no te apaga: te prepara para florecer más fuerte!

Preguntas Frecuentes
¿Qué frutas y verduras de invierno ayudan a fortalecer el sistema inmune?
Algunas frutas y verduras de estación como la mandarina, el brócoli, la espinaca y la calabaza son ricas en vitamina C, betacarotenos y antioxidantes que fortalecen las defensas naturales del cuerpo. Consumir alimentos de temporada asegura mejor calidad nutricional y absorción.
¿Qué tipo de respiración ayuda a combatir el frío y mejorar la inmunidad?
Técnicas como la respiración diafragmática o el método Wim Hof ayudan a oxigenar mejor las células, activar el sistema simpático y fortalecer la respuesta inmune. Estas prácticas también regulan el estrés y mejoran la tolerancia al frío.
¿Qué beneficios tiene el cold exposure para el sistema inmune?
La exposición al frío activa la liberación de norepinefrina, una hormona que estimula el sistema inmunológico, mejora la circulación y reduce marcadores inflamatorios. Además, ayuda a mejorar la tolerancia al estrés y puede fortalecer la barrera contra infecciones respiratorias, especialmente durante el invierno.
¿Cuánta vitamina D necesito en invierno si no tomo sol?
La dosis recomendada varía según la edad y estado de salud, pero en general se sugiere entre 1000 y 4000 UI por día durante el invierno, especialmente en regiones con poca exposición solar. Es clave consultar a un profesional de la salud para ajustar la dosis y verificar los niveles en sangre.
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